Foto: Publicación interna de Abengoa
“El pasado 4 de julio, la Fundación Focus-Abengoa adquirió el cuadro “Santa Rufina”, de Velázquez, poniéndolo junto con otros de su propiedad y en colaboración con el Ayuntamiento de Sevilla, a disposición para una futura Casa Velázquez en la sede de la Fundación sevillana.”
Si bien es cierto que el objetivo principal de las empresas privadas es ganar dinero para sus accionistas, creo que utilizar ocasionalmente parte de esos beneficios en adquirir, restaurar y conservar obras de arte es una buena idea. Yo al menos estoy dispuesto a renunciar a alguno de mis ya de por sí escasos dividendos si con ello conseguimos incrementar nuestro patrimonio nacional. Especialmente si se trata de recuperar algo que fue nuestro y que tiene gran valor. Como sucede en tantas ocasiones con el pequeño granito de arena de muchos podemos conseguir grandes cosas.
Espero que el esfuerzo que se ha realizado para comprar este cuadro no quede sólo ahí, sino que se pongan los medios para conservarlo adecuadamente y para exhibirlo, de forma que todos podamos disfrutar de él.
Según información recabada en una publicación interna de Abengoa, el cuadro, propiedad en 1802 de la Casa de Alba, es subastado en 1867 en París por el Marqués de Salamanca desde donde pasó a Gran Bretaña con atribución a Murillo. En 1925 es subastado de nuevo, esta vez en Nueva York; en 1948 reaparece en Buenos Aires y en 1951 en Brasil, donde se mantuvo hasta su venta en Nueva York en 1999, donde es comprado por el propietario que lo ha puesto a la venta ahora en Londres.
A pesar de las dudas que hayan podido existir en algunos momentos sobre su autoría los máximos expertos en la técnica de Velázquez lo avalan, disipando cualquier rastro de ellas. Como curiosidad, Alfonso E. Pérez Sánchez, Director Honorario del Museo del Prado y Académico de la Historia, nos cuenta que al eliminarse la capa de barnices, se ha encontrado la huella de la limpieza del pincel en la parte derecha del lienzo. Parece ser que Velázquez solía limpiarlos confiando en que la pintura del fondo lo cubriría.
Confiemos en que gestos como éste sean cada vez más habituales en España.